El Encuentro de Museos Nacionales-Gran Palacio, la Secretaría de Cultura / Instituto Nacional de Bellas Artes / Museo Nacional de Arte, México (MUNAL) se han unido para organizar una exposición que brinde un vasto panorama de la modernidad mexicana, desde los inicios de la Revolución hasta mediados del siglo XX, complementada con intervenciones puntuales de artistas contemporáneos.

Diego Rivera (1886-1957), Retrato de Adolfo Best Maugard, 1913, óleo sobre lienzo, México, INBA, Museo Nacional de Arte Foto © Francisco Kochen, © 2016 Banco de México Diego Rivera Frida Kahlo Museums Trust, Ciudad de México, DF / Adagp, Paris

Diego Rivera (1886-1957), Retrato de Adolfo Best Maugard, 1913, óleo sobre lienzo, México, INBA, Museo Nacional de Arte.
Foto © Francisco Kochen, © 2016 Banco de México Diego Rivera Frida Kahlo Museums Trust, México, DF / Adagp, París

El arte de México en el siglo XX presenta la paradoja de estar íntimamente ligado a las vanguardias internacionales, al mismo tiempo que exhibe una singularidad increíble, una gran extrañeza y un poder que desafía nuestra mirada europea.

En la primera parte de la exposición, descubrimos cómo esta modernidad se inspira en el imaginario colectivo y las tradiciones del siglo XIX. Esta relación, evidente en el arte académico que se desarrolló luego de la restauración de la República en 1867, continuará en los preceptos ideológicos de la Escuela Mexicana de Pintura y Escultura, dirigida por José Vasconcelos desde 1921.

Las corrientes internacionales contrarrestan este anclaje en la tradición. A principios del siglo XX, el simbolismo y el decadentismo encontraron fascinantes expresiones en México, como la famosa pintura de Ángel Zárraga, La mujer y el títere (1909). Poco a poco, los experimentos estéticos de los artistas mexicanos en contacto con las vanguardias parisinas en las primeras décadas del siglo se fueron afirmando, entre los que destaca Diego Rivera.

La segunda parte de la exposición se centra en mostrar cómo la Revolución Mexicana, como conflicto armado, implicó la planificación de un nuevo proyecto nacional. La creación artística de los años que siguieron a la revolución asume un carácter ideológico; se basa en otros medios además de la pintura de caballete, como el muralismo y la gráfica. La exposición enfatiza naturalmente las obras de los tres principales artistas del muralismo mexicano, los tres grandes: Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros, José Clemente Orozco. Esta revolución masculina, que abrió el camino a muchas nuevas posibilidades, permitió a las mujeres participar en el esfuerzo económico; esta situación les animó a hacerse un hueco en la escena artística también, como pintores o mecenas.

El árbol de Frida Kahlo no debe esconder un bosque de personalidades extraordinarias como Nahui Olin, Rosa Rolanda o las fotógrafos Tina Modotti y Lola Álvarez Bravo.

Junto con la Escuela Mexicana de Pintura y Escultura de las décadas de 20 y 30, este período también estuvo marcado por el advenimiento de muchos otros enfoques experimentales. El triunfo del muralismo y el arte nacionalista eclipsó a estos movimientos alternativos de vanguardia, que reivindicaron el derecho a participar en el panorama artístico internacional, independientemente del paradigma revolucionario.

La tercera parte de la exposición permite descubrir toda una selección de artistas y obras que se presentan como alternativas a los discursos ideológicos de la época, desde las alucinantes máscaras de Germán Cueto hasta los enigmáticos retratos de Robert Montenegro y las abstracciones de Gerardo. Murillo “Dr. Atl” o Rufino Tamayo.

Finalmente, la cuarta parte, titulada Encuentro de dos mundos: Hibridación, muestra cómo, desde principios del siglo XX, ha jugado la presencia de artistas mexicanos en Estados Unidos, como Marius de Zayas, Miguel Covarrubias y especialmente los grandes muralistas. un papel decisivo para los movimientos de vanguardia en ciudades como Nueva York, Detroit o Los Ángeles. Por el contrario, debido a la notoriedad adquirida por los artistas mexicanos en el exterior durante las primeras décadas del siglo XX, muchos artistas extranjeros decidieron trasladar su actividad a México. En colaboración con artistas locales, lograron desarrollar una escena particularmente rica, especialmente en torno al surrealismo con Carlos Mérida, José Horna, Leonora Carrington y Alice Rahon.

La exposición cierra la crónica de estos intercambios, fuentes de un perpetuo "renacimiento", con la llegada de Mathias Goeritz a México en 1949, pero su vitalidad aún se ilustra en las obras de grandes artistas del panorama actual, en la imagen de Gabriel Orozco y sus “calcas” tomada en el metro parisino.

Informaciones Prácticas

Comisionado: Agustín Arteaga
escenografía Taller de arquitectura jodar

apertura: todos los días de 10 a 20 h, miércoles noche hasta las 22 h.
Cerrado todos los martes y 25 de diciembre. Cerrado a las 18 p.m. los días 24 y 31 de diciembre

Tarifas : 13 €, 9 € TR (16-25 años, familia numerosa, solicitantes de empleo) Tarifa Tribu (4 personas, incluidos 2 jóvenes de 16 a 25 años): 35 €
Gratis para niños menores de 16 años, beneficiarios de la RSA y la edad mínima de jubilación

información y reservas: www.grandpalais.fr